Los internautas que consulten el sitio interministerial que el Gobierno francés dedica a los organismos genéticamente modificados (OGM), podrán descubrir, en el capítulo titulado “Evaluar un OGM antes de autorizar su comercialización”, el siguiente párrafo: “El análisis de los riesgos sanitarios y ambientales es el elemento fundamental y la condición previa para autorizar cualquier comercialización de OGM. Ese análisis se basa en elementos científicos pertinentes y multidisciplinarios, y está a cargo de comités de expertos independientes”. Si esa página fuera sometida al detector de mentiras, los ordenadores comenzarían inmediatamente a hacer sonar sus alarmas. En efecto, ese discurso choca con la realidad de la evaluación de los OGM, que históricamente sólo ha servido –en el mejor de los casos– para ocultar la verdad.
La transgénesis, que apareció en la segunda mitad del siglo XX, es una tecnología totalmente nueva pues permite, por primera vez, introducir artificialmente en una célula una construcción (...)