La victoria de Barack Obama supone un cambio generacional y sociológico decisivo en la política estadounidense. Es difícil, en estos momentos, predecir su impacto, pero las expectativas suscitadas entre la gente joven que ha impulsado a Obama siguen siendo grandes. Tal vez no haya sido una victoria arrolladora, pero sí lo suficientemente amplia como para permitir a los demócratas hacerse con más del 50% del electorado (62,4 millones de votantes) e instalar a una familia negra en la Casa Blanca.
El significado histórico de este hecho no debería subestimarse. Basta recordar que ha ocurrido en un país en el que el Ku-Klux-Klan llegó a tener millones de miembros capaces de desplegar un campaña de terror y muerte contra ciudadanos negros con el apoyo de un sistema jurídico discriminatorio ¿Cómo olvidar aquellas fotos de afroamericanos linchados ante la mirada complaciente de familias blancas que disfrutaban sus meriendas mientras contemplaban –para decirlo en (...)