“Lo que ha golpeado a España fue una combinación de sus propios excesos y los efectos de los activos financieros tóxicos foráneos”, afirmaba el semanario británico The Economist en un reportaje especial de noviembre pasado. Y nos recordaba que, cuando estalló la crisis crediticia en agosto de 2007, España bullía frenética levantando edificios con un número anual de viviendas superior al de Francia, Alemania e Italia juntas; y a ese frenesí constructor contribuían las políticas de dinero barato tras la adopción del euro. A lo que hemos de añadir la expansión del crédito y de la banca, incentivada por la globalización financiera, que ha conducido al dominio de la economía real por las finanzas en un grado próximo al de Alemania, con el desmesurado endeudamiento de empresas y particulares; un rasgo acusado de la economía española y elemento clave de la actual crisis económica.
Uno de los elementos que han llevado (...)