“No mire más de quince segundos. Después, tiene que bajar la cabeza”. Una tronera de hormigón permite observar furtivamente una hilera de alambradas de púas y, a menos de doscientos metros, la primera línea de soldados azerbaiyanos. En el fondo de esta trinchera del sector de Askeran, en el lado armenio, todo recuerda a una escena de la Primera Guerra Mundial: modestas casamatas, sacos de arena, una pequeña estufa de leña para el invierno y algunas pocas latas de conserva oxidadas para indicar cualquier intrusión nocturna. Los tres soldados de este puesto tienen 20 años. Vienen de Ereván. El oficial al mando encuentra el frente relativamente calmado el día de hoy.
“Ayer el enemigo violó dieciocho veces el alto el fuego y nosotros, una vez”, asegura el teniente general Movses Hakobian, ministro de Defensa del Alto Karabaj. “A lo largo de los trescientos kilómetros de la línea de frente, cuando aparece (...)