Si los mandatarios chinos pensaban que, con Estados Unidos ocupado con Europa, tendrían un respiro, la acusación dirigida contra Pekín por parte del consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, el pasado 14 de marzo, debió de caer como un jarro de agua fría. En vísperas de su reunión con Yang Jiechi, el mayor responsable de la diplomacia china, el consejero estadounidense dio amplia difusión a un cable diplomático de los servicios secretos que pretendía demostrar que los chinos iban a “ayudar militarmente” a Moscú. A pesar de los desmentidos de los interesados, los medios de comunicación de todo el mundo han repetido en bucle la acusación.
Al principio del conflicto, prácticamente todos esos mismos medios estaban también convencidos de que Pekín iba a aprovechar el frente ruso-ucraniano para invadir Taiwán. Fuera cierto o no, el fiasco militar ruso y la magnitud de las sanciones impuestas a Moscú (...)