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Baile

Tango y política

De Carlos Gardel a Astor Piazzolla, de su versión “clásica” a su reinvención, todos conocen el tango con una mayor o menor cercanía. Se lo suele identificar como sexy y dramático, codificado y estilizado. Lo que menos se sabe es que esta música que baila, popular en todos los sentidos de la palabra, tiene una historia que se intrinca con la historia política de Argentina.

por Jean-Louis Mingalon, abril de 2022

El tango, claro está, es un baile. Y también música, canto, poesía. Se le suele atribuir de una forma más o menos vaga un origen argentino, pero cuando uno ve a las parejas dibujar esa suerte de coreografía del deseo sublimado, rara vez se pregunta cómo nació y todavía menos si su historia está ligada de algún modo a la política. Sin embargo, el tango es a la vez producto de una determinada política y, desde su nacimiento, pareja de baile de una relación a menudo tempestuosa con los representantes del poder.

Todo empezó allá por 1870. Los dos países bañados por el Río de la Plata, Argentina y Uruguay, eran aún regiones predominantemente rurales y sus gobiernos decidieron llevar a cabo una política de modernización y poblamiento para la que se requería un aporte masivo de mano de obra extranjera. Fueron muchos los inmigrantes que decidieron probar suerte, principalmente varones (...)

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