Lleva más de cincuenta años surcando las aguas del río Paraguay. Es toda una celebridad nacional hecha de óxido y madera que, semanalmente, transporta unas cuantas decenas de pasajeros y varias toneladas de mercancías. El Aquidabán –el “mercado flotante”, como se lo conoce aquí– se prepara para una nueva travesía.
Hasta Puerto Vallemí, una pequeña localidad próxima a la frontera con Brasil y a más de 500 kilómetros al norte de la capital, Asunción, se han acercado decenas de personas en camionetas y motocicletas para descargar los sacos, cajas y embalajes que poco a poco van llenando la bodega del barco. Uno tras otro, los porteadores se suceden, con mercancías que cargan sobre los hombros o a pulso. Van subiendo a bordo sorteando las malas pasadas que les juega su calzado. Sus sandalias de plástico resbalan en la pasarela metálica colocada entre la orilla rocosa y la embarcación. En la cubierta (...)