Los dirigentes políticos mundiales se hallan visiblemente desconcertados ante la aceleración de la crisis sistémica del capitalismo. Apenas toman una decisión, ésta se ve inmediatamente superada por los acontecimientos. Todo el mundo ha tomado conciencia de que los planes de rescate financieros, económicos e industriales puestos en marcha en las metrópolis del neoliberalismo –es decir los países del G-7 (transformado en G-8 por la incorporación de Rusia)– no son más que episodios de un folletín: después del Plan 1, vendrá el 2 y luego el 3, etc.
En la Cumbre del G-20 en Washington, el pasado 15 de noviembre, no hubo sin embargo sensación de urgencia. Pese a la enorme propaganda mediática en torno a esa Cumbre. Solo se decidió allí programar un nuevo encuentro antes de abril de 2009 en Londres. Pero antes, el 31 de marzo próximo, los ministros de Finanzas de la veintena de Gobiernos involucrados deberán lanzar (...)