El ingreso de China en el BID como país donante, después de quince años de intensas negociaciones, es revelador, tanto de la intensidad y efectos de la crisis financiera actual –lo que ha permitido acelerar el delicado proceso de adhesión–, como de la creciente influencia de Pekín. Como miembro de pleno derecho del BID, China contribuirá de forma decisiva a la capitalización de esta institución, el principal prestamista de los países latinoamericanos y del Caribe. En él participan ya otros dos países asiáticos: Japón y Corea del Sur. Pekín se ha comprometido a aportar 245 millones de euros para fortalecer algunos de los programas clave de esa entidad, incluyendo préstamos blandos destinados a Bolivia, Guyana, Haití, Honduras y Nicaragua.
Los objetivos generales de la aproximación china a la región son bien conocidos. De una parte, económicos, y centrados, al igual que en África, en la necesidad de acceder a las materias (...)