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Instalaciones e inversiones gigantescas

El renacer de la ‘Big Science’

El científico solitario que en lo recóndito de su laboratorio intentaba desentrañar los enigmas de la realidad constituye una imagen del pasado romántico. Ha sido sustituido desde hace tiempo por nutridos equipos de investigadores, a veces internacionales, inmensas instalaciones y presupuestos millonarios. Es la llamada Big Science, dirigida desde las más altas instancias políticas, económicas y militares.

por Federico Kusko, julio de 2010

El arte es ‘yo’; la ciencia es ‘nosotros’”, dijo a finales del siglo XIX el biólogo francés Claude Bernard. Y al hacerlo, el padre de la medicina experimental se adelantó casi 50 años a su época. Sin saberlo, avizoró un momento bisagra en el que las ciencias, como disciplinas, como profesión e institución, pegaron un gran salto: el instante justo, a fines de la década de 1930, en el que la imagen del investigador amateur, que hacía todo por el amor al pensamiento mismo y trabajaba en su laboratorio únicamente acompañado por sus ideas e inquietudes, comenzó a resquebrajarse.

Como ya lo habían hecho los dinosaurios hace más de 65 millones de años, los científicos solitarios y “de garaje” enfilaron hacia la extinción. Dieron un paso al costado y cedieron la centralidad que hasta entonces ocupaban a la comunidad, a los equipos numerosos de investigadores orientados a unir neuronas y fuerzas (...)

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