Este año, la World Cinema Foundation, presidida por Martin Scorsese, colaborará con el Film Development Council de Filipinas para la restauración de Maynila: sa mga Kuko ng Liwanag (Manila en las garras del neón, 1975), una de las más bellas películas de Lino Brocka. Este cineasta, desaparecido en 1991, podrá entonces escapar, tal vez, del olvido en que lo había confinado la mala voluntad de aquellos a quienes entregó sus copias.
El cine filipino siempre ha producido en cantidad (entre ciento cincuenta y doscientos títulos al año) pero, salvo excepciones, sin preocuparse por la calidad o perennidad, para un público calificado con desprecio como bakya (“de gusto inferior” -la palabra originalmente significa “zuecos de madera”), películas de género: melodramas, comedias, comedias musicales para adolescentes, filmes seudoeróticos, películas de acción al estilo James Bond. Severamente gravado, amenazado por las importaciones de Hollywood, China e Indonesia, sometido a una censura militar que solo (...)