Cuando el pasado 2 de abril el ex ministro francés de Hacienda, Jérôme Cahuzac, confesó poseer una cuenta secreta en Suiza, según los resultados de una investigación publicada por el portal digital francés de información Mediapart, elevó ese portal a la categoría de justiciero público. Sus colegas, que ayer eran escépticos o cautos, hoy celebran sus virtudes. Las personalidades de la política, abrumadas o fortalecidas, le rinden homenaje. Fuera de los círculos del poder, el “caso Cahuzac” despierta una mezcla de indignación y de júbilo, de furia contra la corrupción e impotencia política. Cuando se suceden los despidos y las exhortaciones al “esfuerzo” dirigidas a las mismas personas que los padecen, ¿quién no se sentiría un poco reivindicado por la caída del ministro y la obstinación de Mediapart de exhibir sus bajezas?
“Subversivismo”. Así seguramente llamaría Antonio Gramsci el estado de ánimo político que se está viviendo en Europa gracias a (...)