Desde los años 1960, África atrae la solidaridad internacional. Sin embargo, las acciones llevadas a cabo, en particular por las organizaciones no gubernamentales (ONG) occidentales, no siempre escapan a un cierto paternalismo cultural. En la concepción y la aplicación concreta de los programas de lucha contra la pobreza o las grandes pandemias, por ejemplo, las realidades y las culturas locales en ocasiones no se conocen. Sin embargo, las sociedades africanas disponen de fuerzas y de recursos que permitirían una mayor pertinencia y, por tanto, una mayor eficacia de la acción internacional.
Las instituciones continentales, con la Unión Africana a la cabeza, se adhieren a los principios definidos en la Declaración del Milenio aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 8 de septiembre de 2000: “Quienes más sufren o quienes se encuentren particularmente desfavorecidos merecen ayuda de los más favorecidos”. Esta visión responde a los (...)