Al igual que las de los Países Bajos o las de Alemania, las cárceles suecas se vacían desde mediados de los años 2000. Hoy, el Reino apenas cuenta con 4.500 presos de 9,5 millones de habitantes. Menos de 50 detenidos por cada 100.000 habitantes: uno de los índices de detención más bajos de Europa, donde la media es de 140. Cuatro centros penitenciarios cerraron en 2014 y se transformaron en restaurantes, hoteles o centros de acogida para refugiados. Y esto no se debió a una disminución de la delincuencia o de la criminalidad –dos fenómenos que tienden más bien a aumentar–. La desertización carcelaria no se explica porque desaparezcan los contraventores, sino porque evolucionan las respuestas a los delitos y a los crímenes.
En Suecia, en un periodo de tiempo de quince años, la cárcel pasó a ser el último recurso. Se prefieren sistemáticamente las tareas comunitarias, el brazalete (...)
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El éxito de la libertad condicional en Suecia
por Léa Ducré y
Margot Hemmerich,
noviembre de 2015
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