Los pueblos han penetrado en el debate europeo: el 29 de mayo de 2005 los franceses han rechazado de forma clara el Tratado constitucional y poco después, el 1 de junio los neerlandeses les han seguido. Algo que debería confirmar la decisión de Tony Blair de renunciar a la consulta popular prevista en el Reino Unido, mientras que en Praga el presidente checo ha anunciado que hará lo mismo. “En caso de referéndum los alemanes habrían votado que no” valora por su parte el diputado del CDU Peter Altamaier. A su vez, la mordaz llamada a otra Europa denota una expectativa que los discursos fatalistas de los dirigentes no han anestesiado.
El proyecto europeo debe responder a la demanda social y a la exigencia democrática so pena de perder su razón de ser. Los tratados, compromisos “indispensables pero imperfectos” para sus autores, no ocasionan más adhesiones. En efecto, ¿por (...)