Para los historiadores conservadores, preocupados por descalificar la propia idea de revolución, el gusano estaba en el fruto: “La represión masiva no fue un accidente o una respuesta a una situación difícil, sino un componente del proyecto leninista”, afirma Dominique Colas. Sus compañeros de izquierdas insisten, en cambio, en las circunstancias que llevaron a los bolcheviques a utilizar, con rapidez y sin un plan establecido, medios coercitivos, pensados como provisionales, con el fin de defender la revolución contra el Ejército Blanco, las fuerzas extranjeras y las revueltas campesinas. El siniestro periodo estalinista que siguió tuvo poco que ver con el proyecto comunista en sí, y mucho más con la guerra civil.
Antes de que alteraran a los historiadores en la quietud de sus bibliotecas, las decisiones de Lenin fueron ampliamente discutidas cuando aún vivía. Tanto dentro como fuera del partido, algunos las justificaban, considerándolas dictadas por las urgencias políticas y militares (...)