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El nacimiento de un destino turístico

Y Europa creó el Camino de Santiago

En dirección a Galicia, los senderos del Camino de Santiago atraen cada año a miles de caminantes. El Consejo de Europa, promotor de este éxito, ha cumplido un sueño que los papas León XIII y Juan Pablo II compartían con Francisco Franco: conservar de este modo las raíces cristianas del Viejo Continente. Incluso a costa de tomarse algunas libertades con la historia y con la geografía.

por Lola Parra Craviotto, agosto de 2018

Para llegar a Santiago de Compostela, en Galicia, se han señalizado como “Camino de Santiago” más de 80.000 kilómetros de senderos por toda Europa. Desde el Norte y los países escandinavos, o desde el Este partiendo de Lituania, el peregrino moderno puede recorrer una red de vías desplegadas por todo el continente en dirección al extremo noroeste de la península Ibérica. En 2017, el Instituto Geográfico Nacional español publicó, con la colaboración de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, una cartografía de rutas jacobeas (adjetivo ligado al nombre bíblico del apóstol Santiago, Jacob) presentada como exhaustiva.

Ese año, más de 300.000 personas recorrieron al menos los últimos cien kilómetros a pie o a caballo (o los últimos doscientos en bicicleta) para recogerse ante la tumba del apóstol y recibir su Compostela, el certificado de peregrinación (1). Otras decenas de miles de personas se contentaron con recorrer una parte del trayecto. Aunque cerca de la mitad de los que llegaron a Santiago de Compostela (un 44%) procedía de España, también eran numerosos los peregrinos de Alemania, de Italia, de Estados Unidos, de Francia o de Portugal –en total, de 177 países–. Un gran número de caminantes realizó el trayecto por motivos religiosos (un 43%) o religiosos y culturales a la vez (un 47%). Semejante frecuentación bate todos los récords de la historia de esta peregrinación, reinventada bajo los auspicios de la Iglesia católica y de las instituciones europeas. Hace tan solo cincuenta años, estos caminos se encontraban prácticamente abandonados. En 1970, por ejemplo, la catedral de Santiago de Compostela no había expedido más que 68 Compostelas (2).

Los escasos mapas antiguos disponibles solo señalaban las redes española y francesa. Y, además, no fueron trazados hasta la época contemporánea, a partir del quinto Liber Sancti Iacobi, o Codex Calixtinus, una recopilación de manuscritos que datan del siglo XII. Redescubierto en el siglo XIX en los archivos de la catedral de Santiago de Compostela, fue traducido al francés por Jeanne Vielliard en 1938 con el discutible título de Guide du pèlerin de Saint-Jacques-de-Compostelle (“Guía del peregrino de Santiago de Compostela”), sirviendo de base para la restauración del mito medieval. El cuerpo del apóstol, santo patrón de España, que fue escondido y, más tarde, olvidado en el siglo XVI, se volvió a encontrar oportunamente algo más tarde que el Codex. “Se ha cuestionado la veracidad de este descubrimiento, como ya ocurrió con el primer descubrimiento de las reliquias en el siglo IX –nos explica Ofelia Rey Castelao, profesora de Historia Moderna en la Universidad de Santiago de Compostela (3)–. Se trataba de un intento por revitalizar una ciudad en plena crisis, que además perdía importancia a nivel eclesiástico y administrativo. Por lo tanto, había que encontrar esos vestigios”. Mediante una carta apostólica de noviembre de 1884, el papa León XIII autentificó las reliquias del apóstol: había nacido la peregrinación moderna. Desde entonces contará con numerosos promotores.

Para empezar, el general Francisco Franco. Oriundo de Galicia, aquel que sepultó la España republicana –que dirigió el país de 1939 hasta su muerte en 1975– conocía bien la leyenda. En 1937, en plena Guerra Civil, restauró la ofrenda nacional al apóstol, declaró como fiesta nacional el día de Santiago Apóstol y visitó el santuario para agradecer al apóstol el buen transcurso (para él) de la Guerra Civil. Según La Gran Enciclopedia del Camino de Santiago, en las ofrendas de Franco se encuentra “la reivindicación de Santiago como estandarte de la unidad española, frente a los diversos enemigos del régimen” (4). “Con el final del conflicto, Franco abrió los archivos de la catedral de Santiago y respaldó las investigaciones en torno al apóstol Santiago –explica la medievalista Denise Péricard-Méa (5)–. El régimen promovió la peregrinación porque veía en ella un instrumento para volver a abrir España a Europa y hacer que acudieran cristianos de todo el mundo. Durante la ofrenda nacional de 1948, Franco expresó su deseo de abrir el Camino de Santiago más allá del Telón de Acero, erigiendo así al apóstol Santiago en contra del enemigo comunista”. En 1965, el gallego Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, puso en marcha la primera campaña internacional de promoción turística de Santiago de Compostela. Con ocasión de ese “año santo jacobeo” (cuando el día de Santiago Apóstol, el 25 de julio, cae en domingo), comenzaron numerosas obras para mejorar el camino y los monumentos de sus alrededores, así como para alojar a los peregrinos. Sin embargo, la inmensa mayoría de los viajeros seguía prefiriendo entonces el sol y las playas del sur o del este en lugar del turismo religioso en el noroeste…

Durante su visita en 1982 (es decir, siete años después de la muerte de Franco), el papa Juan Pablo II otorgó protagonismo al Camino de Santiago: “Desde Santiago te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor; sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes”. Ese mismo año, la asociación Amigos de los Pazos envió una petición al presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el español José María de Areilza, exembajador del régimen franquista convertido en detractor del general y ferviente europeísta. En 1987, el Consejo de Europa le brindó un importante apoyo al calificar esos caminos como “primer itinerario cultural europeo”, lo que facilitará la solicitud de fondos a la Unión Europea a través de los diversos programas –Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), Interreg, LEADER, etc.– movilizados desde entonces.

“A pesar de que en nuestra solicitud solo abarcábamos el camino francés, el itinerario más frecuentado, que se extiende desde los Pirineos hasta Santiago, el Consejo de Europa amplió nuestra iniciativa al conjunto de caminos, pues la idea era subrayar su dimensión europea”, recuerda Juan Manuel López-Chaves Meléndez, presidente de honor de la asociación.

El Consejo de Europa animaba a los países europeos a identificar los caminos: “Fue una tarea apasionante la de recuperar un antiguo camino de peregrinación milenario, que además fue una vía de civilización, como una arteria de la cohesión europea. La presencia de la diplomacia española por aquel entonces en Europa supuso una gran ayuda; en particular, la de Marcelino Oreja, entonces secretario general del Consejo de Europa, quien propuso, a partir de los diferentes caminos, la creación de un programa de itinerarios culturales que reflejara el patrimonio y la historia comunes de los europeos –precisa José María Ballester, exdirector de Cultura, Patrimonio Cultural y Natural en el Consejo de Europa–. Formamos un grupo de expertos que confirmó la importancia de los caminos en la historia de la construcción europea. En efecto, han constituido un espacio de encuentro para los ciudadanos y han favorecido el diálogo intercultural a lo largo de la historia”.

Pese a todo, los historiadores se muestran escépticos desde 1988. Aunque el camino francés representa una línea bien identificable en los mapas españoles, el resto de la red parece más incierta. Durante un congreso organizado en Baviera por el Consejo de Europa, Hedwig Röckelein, profesora de Historia Medieval en la Universidad de Gotinga, en Alemania, no ocultó sus dudas: “Existen rastros de peregrinos y de culto al apóstol Santiago en Alemania y en Suiza, pero no hay ninguna prueba tangible que los asocie a los senderos del Camino de Santiago –resume actualmente–. En estos últimos treinta años, la reconstrucción de la red en Europa, y en Alemania en particular, se ha realizado a partir de lugares donde existían iglesias o hermandades en honor al apóstol Santiago. No obstante, la devoción de una población por el apóstol no tiene que estar ligada necesariamente a la peregrinación. Además, nunca han existido caminos reservados a los peregrinos. Estos tomaban las principales vías comerciales, algunas de las cuales se han convertido en carreteras, en lo sucesivo prohibidas para los senderistas. Por consiguiente, identificar pequeños senderos destinados a los peregrinos es una decisión pragmática sin ningún fundamento histórico”.

Para la Iglesia, poco importa el camino que uno tome. En 1989, el Papa volvió a Santiago para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, que reunió a medio millón de personas, de las cuales 5.760 habían obtenido la Compostela –frente a 1.868 siete años antes–. “Juan Pablo II perseguía una nueva evangelización. Veía en la peregrinación a Santiago una exaltación de los valores de la cristiandad que unía a toda Europa”, explica Rafael Sánchez Bargiela, director de la Sociedade de Xestión do Plan Xacobeo, una empresa creada en 1991 por la Xunta de Galicia para garantizar la promoción turística y cultural de los caminos. Este plan pretendía reactivar los caminos con vistas al año santo jacobeo de 1993 a través de un programa internacional: exposiciones, conciertos, encuentros científicos y culturales, etc. En la presidencia de la Xunta de Galicia se encontraba Manuel Fraga Iribarne, el exministro de Turismo de Franco, también fundador de la Alianza Popular, convertida en 1989 en el Partido Popular.

“En el contexto de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Exposición Universal de Sevilla, los dos grandes acontecimientos de 1992, Galicia buscaba la manera de aprovechar la ‘ola española’ –cuenta Sánchez–. Así, el Plan Xacobeo 93 ofrecía oportunidades de desarrollo y permitía renovar la imagen de Galicia, aún mayoritariamente agrícola. Al bautizar el proyecto como ‘Xacobeo’, se completó la dimensión religiosa de la peregrinación y se hizo una marca de ese nombre, con un logotipo y una mascota: Pelegrín”. El presupuesto se triplicó (6) y se cosechó un gran éxito: 99.436 peregrinos llegaron a Santiago en 1993, es decir, diez veces más que el año anterior.

Los quince albergues públicos construidos por la Xunta para el año santo jacobeo no han vuelto a cerrar sus puertas desde entonces. Hoy en día existen incluso unos setenta en Galicia y más de cuatrocientos establecimientos privados a lo largo del camino francés. En 1993, este camino fue inscrito en la lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), al igual que, cinco años más tarde, la red de caminos en Francia. Debido a la imprecisión de sus trazados y a los debates que provocaban, el Ministerio de Cultura privilegió la inscripción de siete tramos y de 71 monumentos que demostraban la peregrinación por los cuatro caminos mencionados en el Codex Calixtinus.

“El Codex, en realidad, es un relato simbólico, y solo los caminos de Arlés y de Tours son realmente históricos. Esos cuatro recorridos que menciona, repletos de gente de todo el mundo, evocan en realidad los cuatro puntos cardinales. Cuando uno estudia los relatos de peregrinos, se da cuenta de que en Francia solo tomaban dos vías históricas, ya que las otras dos eran montañosas –resume la historiadora Adeline Rucquoi, miembro del Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago y directora emérita de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS por sus siglas en francés) (7)–. Peregrinos del Camino de Santiago hay por toda Europa. Pero eso no quiere decir que existieran caminos por todo el continente. Sin embargo, siempre ha habido muchos intereses económicos en juego”.

Hoy en día, son muchos los municipios que sueñan con que algún tramo del camino pase por su zona. Un sendero señalizado atrae a los turistas y dinamiza la economía local… con o sin raíces históricas: “Algunas asociaciones de amigos del Camino de Santiago trazan rutas alternativas para llegar a Santiago. Pero no podemos impedirles que vayan por allí ni que las señalicen alegando que no son históricas –explica Ballester–. Además, así es como surgieron los caminos históricos: porque los peregrinos los utilizaban”.

El éxito casi providencial de las vías del Camino de Santiago anima las iglesias a su paso. Sin embargo, este entusiasmo se aleja en parte de la Iglesia católica, a pesar de que había soñado con él: se trata tanto de una moda turística como de una búsqueda de espiritualidad.

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P.-S.

En el siglo IX se descubrió en Galicia, en Finisterre, una tumba presentada como la de Santiago el Mayor, discípulo de Cristo según el Nuevo Testamento. No hay ninguna prueba que demuestre un viaje del apóstol a España, ni siquiera un traslado de sus reliquias. Pero se fue consolidando la leyenda. Se invocaba oportunamente su protección contra los moriscos cuando los reinos cristianos comenzaron la Reconquista de la península Ibérica, en parte en manos de los musulmanes desde el año 711. Esta obra no finalizará hasta 1492 con la toma de Granada; mientras tanto, los cruzados habían tomado y, más tarde, perdido dos veces Jerusalén. La imagen del santo caballero se generalizó a partir del siglo XVI. Se volvieron a encomendar al apóstol Santiago para unir la Europa cristiana de Occidente contra un nuevo peligro musulmán: los otomanos, que tomaron Constantinopla en 1453. Así pues, desde sus orígenes, fue Europa (occidental) la que modeló Santiago de Compostela y no al revés…

(2) Según el blog Camino Milenario, que cita la Oficina de Acogida del Peregrino; sin embargo, esta última no confirma las cifras anteriores a 1985 (690 peregrinos).

(3) Cf. Ofelia Rey Castelao, Los mitos del apóstol Santiago, Nigra Trea, Vigo, 2006.

(4) La Gran Enciplopedia del Camino de Santiago, Bolanda, Santiago de Compostela, 2010, disponible en Xacopedia, sitio web financiado por la Xunta de Galicia.

(5) Cf. Denise Péricard-Méa, Le Matamore. Mythe, images et réalités. Quand saint Jacques est enrôlé pour la guerre, La Louve Éditions, Cahors, 2011.

(6) Xosé Hermida, “Galicia destina 4.600 millones al Xacobeo 99”, El País, Madrid, 2 de enero de 1999.

(7) Cf. Adeline Rucquoi, Mille fois à Compostelle. Pèlerins du Moyen Âge, Les Belles Lettres, París, 2014.

Lola Parra Craviotto

Periodista.

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