La relación de Marcuse con Israel estuvo siempre condicionada por un fuerte componente "emocional" y "personal". Marxista alemán de origen judío, obligado a dejar Alemania a causa del régimen nazi, y a instalarse en Estados Unidos, Marcuse siempre consideró la defensa del Estado de Israel como condición de cualquier solución pacífica del conflicto israelo-palestino, como la única garantía contra la repetición del genocidio y de las diferentes formas de persecución que los judíos padecieron a lo largo de siglos.
"La fundación de Israel como Estado autónomo -explicaba Marcuse al movimiento estudiantil alemán poco después de la guerra de los Seis Días- puede ser considerada ilegítima en la medida en que se produjo gracias a un acuerdo internacional, sobre un territorio extranjero y sin tener en cuenta a la población local ni su destino. Pero esa injusticia no puede ser reparada con otra injusticia. El Estado de Israel existe y es necesario (...)