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Túnez, un país ebrio de posibilidades

Poco menos de un año después del suicidio de Mohammed Bouazizi en Sidi Bouzid, que prendió la mecha de las revueltas árabes, Túnez se vuelca hacia las urnas. Confusa, la campaña electoral se desarrolla sobre un fondo de urgencia social.

por Serge Halimi, octubre de 2011

¿Termina la revolución cuando el dictador ha sido derrocado? En Túnez, en momentos en que más de cien partidos, en su mayoría desconocidos, buscan hacerse un lugar en la Asamblea Constituyente que surgirá de las urnas el 23 de octubre, todo parece posible, todo parece abierto. La Asamblea elegida podrá hacer valer una impecable legitimidad democrática: escrutinio proporcional, paritario (aun cuando el 95% de las cabezas de lista sean hombres); regulación rigurosa de los gastos de campaña, de las encuestas, de la publicidad política. Representativa, la Constituyente será también soberana. Determinará el equilibrio de los poderes, la forma del régimen (presidencial o parlamentario), el lugar de la religión en las instituciones del país e incluso, si lo desean los constituyentes, el papel del Estado en la economía. Júbilo y vértigo de la página en blanco; esperanza de una democracia árabe y musulmana: “Si esto no prende aquí, no prenderá en (...)

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