La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas prolonga la gran agitación del espacio político que se inició en 2017. Hemos visto dibujarse tres grandes espacios de tamaño bastante comparable, cuya originalidad radica en que solo encajan de forma muy imperfecta –por decirlo con un eufemismo– en la antigua división izquierda/derecha. Es especialmente el caso de la coalición reunida en torno a Emmanuel Macron, que aglutina a votantes que, en 2012, aún se dividían entre François Hollande y Nicolas Sarkozy. Pero lo mismo ocurre en el caso de la coalición de Marine Le Pen, que constituye un “bloque identitario” cuyos votantes, en su mayoría, no se identifican ni con la izquierda ni con la derecha y, de hecho, ya no consideran muy pertinentes estas nociones. Solo la coalición de Jean-Luc Mélenchon parece todavía, a fin de cuentas, ajustarse parcialmente a la vieja división que estructuró durante mucho tiempo la vida (...)
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Recomposición electoral en Francia
Tres bloques y dos perdedores
Aunque los votos favorables a Emmanuel Macron han aumentado junto con los ingresos y la edad de los electores, esos datos no resumen la sociología electoral de los últimos comicios presidenciales. En no pocos casos, las posturas frente a Europa, las vacunas, el islam y la emergencia ecológica han desempeñado un papel decisivo, al igual que el nivel de desconfianza hacia “el sistema”.
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