Esta crisis tiene la apariencia de una crisis financiera, surgida de la imprudencia de los bancos y de los banqueros, de la avidez de los traders (corredores de bolsa) irresponsables y, para aquellos que pretenden ser más lúcidos, de la ausencia de regulaciones. En realidad, el rápido aumento del endeudamiento y de la insolvencia de los hogares es la traducción financiera de la deflación salarial; es decir de la caída de la proporción de los salarios en el reparto de la riqueza, inducida por la presión que ejerce el librecambio, tanto a través de los productos importados, como de la posibilidad de deslocalizar la producción.
El librecambio entraña un doble efecto depresivo: directo sobre los salarios, e indirecto por medio de la competencia fiscal que hace posible. En efecto, para preservar el empleo, los gobiernos de los países donde las empresas están sometidas directamente a la competencia de la producción a (...)