Desde el asesinato, el 14 de febrero de 2005, de Rafic Hariri, ex primer ministro del Líbano de 1992 a 1998 y de 2000 a 2004, el país del Cedro se ha convertido súbitamente en objeto de declaraciones casi cotidianas del presidente George W. Bush y de su secretaria de Estado Condoleezza Rice, pero también de dirigentes europeos, los franceses a la cabeza, que llaman nuevamente la atención de los medios de comunicación internacionales. Mientras que la Resolución 1559, aprobada por el Consejo de Seguridad el 3 de septiembre de 2004, había pasado casi inadvertida (excepto en el Líbano, donde generó una fuerte tensión), el asesinato de un dirigente libanés con un prestigio regional e internacional “atípico” y la agitación franco-estadounidense, acompañada por numerosas declaraciones israelíes, han sumido a este frágil país en una tormenta más que amenazadora para su futuro.
La resolución de Naciones Unidas contenía una serie impresionante de (...)