Al día siguiente de los atentados del 13 de noviembre en París, Estados Unidos y sus aliados, entre ellos Francia, reafirmaron su voluntad de dirigir una ofensiva en dos partes. Por un lado, la continuación de una actuación militar de envergadura contra la Organización del Estado Islámico (OEI) –a menudo designada con el acrónimo “Daesh”, que en árabe significa “Estado Islámico de Irak y el Levante”– y, por el otro, la búsqueda de una solución política a la guerra civil en Siria. Ahora bien, en los dos casos persisten obstáculos, y no menores.
En cuanto a la acción militar, ciertamente existen algunos matices en la definición de la “gran coalición” o de la “coalición única” tal y como la desea el presidente francés François Hollande y tal y como la conciben, cada uno por su parte, sus homólogos ruso y estadounidense. Pero, oficialmente, el objetivo es “destruir” militarmente a la OEI. (...)