Desde el comienzo de su ensayo sobre Los partidos políticos, Robert Michels descarta a un tiempo la hipótesis de un gobierno directo del pueblo y todo proyecto basado en las capacidades de movilización espontánea de las masas. En los países modernos, el pueblo participa en la vida pública a través de instituciones representativas. Y si la clase obrera quiere defender sus intereses, debe organizarse en partidos y sindicatos. Paradoja: la organización es una necesidad, pero divide a “todo partido o sindicato gremial en una minoría dirigente y una minoría dirigida”. En otros términos, “quien dice organización, dice tendencia a la oligarquía”. Este es el problema que constituye el hilo conductor de la obra, en la que el autor intenta comprender sus causas y consecuencias.
La particularidad del análisis propuesto es que se alimenta directamente de la experiencia y las observaciones de Michels. Nacido en Colonia en 1876 en un entorno acomodado, (...)