Ante los escasos resultados de su política liberal destinada a “revitalizar a Japón”, llamada “Abenomics”, el primer ministro Shinzo Abe decidió en noviembre pasado pedir el consentimiento de las urnas para continuar con su programa. Hizo que los electores votaran bajo el lema kono michi shikanai (“No hay otro camino”) –un calco del famoso TINA (There is no alternative, “No hay alternativa”) de la dirigente británica Margaret Thatcher–. Aunque ha renunciado a un segundo aumento del Impuesto al Valor Añadido (IVA), pretende lanzar la tercera flecha de sus “Abenomics” –las reformas estructurales– después de haber disparado las dos primeras: poner en marcha la máquina de emitir billetes y reactivar las obras públicas.
Entre todas las medidas impopulares proyectadas, están las que apuntan a dejar entrar trabajadores extranjeros para responder a la escasez de mano de obra no cualificada. Dicha escasez afecta en particular al sector de la construcción y las obras (...)