Tres sesgos fundamentales –el antropocentrismo, el etnocentrismo y el androcentrismo– influyen en la comprensión cultural y en la organización material de los sectores agrario y alimentario de una extraña y exótica etnia. El primero de estos trastornos parece ser una mutación genética ligada al cromosoma Y, que hace que se mantenga una estructura social patriarcal muy rígida, tanto que por lo que cuenta el artículo de Marta Soler Montiel y David Pérez Neira, se podría decir sin exagerar que dicha sociedad parece un pelotón del ejército donde sólo los machos valientes y sexualmente heteronormativos disfrutan de todos los privilegios. Privilegios que están presentes en todos sus escenarios de vida, en sus hogares, en el campo, en las escuelas... Llegando a darse situaciones de maltratato y explotación a las mujeres de su etnia de forma muy habitual.
Los varones adultos son los propietarios de las tierras y son ellos los que, al (...)