Un choque frontal desde la entrada. Aquí, nada de cacheos. Mejor aún: el joven que abre la puerta de la prisión de la ciudad de Itaúna, en el estado de Minas Gerais, es un preso. En este centro, los encarcelados tienen las llaves y también desempeñan el papel de guardianes.
Ciertamente, la prisión dispone de rejas y de cerrojos, y los reos en régimen cerrado no salen de un perímetro bien definido: un edificio compuesto por un patio, celdas, un refectorio, talleres de trabajo, aulas y un espacio para recibir a las familias. Aquellos que están en régimen semiabierto cambian también las rejas por salir al terreno que linda con la prisión y trabajar en el jardín, en la panadería o incluso en la cocina. En la entrada, un gran cartel azul indica el número de fugas desde 1997: 101 intentos, pero... ¡86 regresos! A veces, las familias de los presos (...)