A los setenta años de su conclusión, el legado de destrucción de la Segunda Guerra Mundial nos sigue impresionando. Pero no ha evitado que desde 1945 no haya pasado un día sin guerra en alguna parte del mundo. En este sentido Mandel argumenta que la última guerra mundial no solucionó nada. Y Traverso, en el magnífico prólogo de esta edición, añade que, en la edad de las “guerras humanitarias”, las guerras apocalípticas de 1914 a 1945 son ricas en conmemoraciones y monumentos, pero muy pobres en contextualización histórica y comprensión crítica.
En un trabajo excepcional, Ernest Mandel permite al lector una visión muy precisa sobre la guerra imperialista, su naturaleza, causas y objetivos. Además del enfrentamiento de las potencias imperialistas por imponer su hegemonía, define la guerra como una “historia de contrarrevolución” no sólo frente a la Unión Soviética sino también contra los procesos revolucionarios que se desarrollarían en distintos puntos (...)