Más de un millón de solicitudes de asilo, decenas de embarcaciones que atracan cada día en las costas griegas o maltesas, un número récord de muertos en el Mediterráneo, países que envían al ejército a vigilar sus fronteras... De una magnitud excepcional, la ola migratoria de 2015 ha frenado de forma importante el funcionamiento de la Unión Europea (UE). Entre los meses de agosto y octubre del año pasado, Alemania, Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia restablecieron los controles en sus fronteras para bloquear la llegada de los refugiados.
Tras los atentados del 13 de noviembre en París, Francia se adhirió a este movimiento, después de que algunos responsables políticos señalaran los acuerdos de Schengen –que articulan la libre circulación de personas entre los Estados signatarios– como una de las causas de la masacre. “Schengen ha muerto”, aseguró Nicolas Sarkozy, presidente de Los Republicanos. “La ausencia de fronteras nacionales es una (...)