Veinte de marzo de 2003. Treinta trabajadores despedidos del Hotel Bauen entran desde el aparcamiento a su ex empresa, un hotel cinco estrellas de 20 pisos ubicado en el corazón de Buenos Aires. Inaugurado en 1978 para el Mundial de Fútbol, está cerrado desde hace 15 meses. Desde luego, ocuparlo es atentar contra el derecho a la propiedad privada. Pero también es atacar un símbolo del capitalismo desenfrenado impulsado por la dictadura.
Marcelo, 56 años, 23 de los cuales los pasó en la recepción del hotel, buscó desesperadamente trabajo en 2002. Gladys, ex camarera de habitación, ganaba cuatro euros por noche en una agencia de taxis ilegal. Rodolfo, antes empleado de mantenimiento, juntaba material reciclable, como decenas de miles de nuevos desempleados que revuelven la basura de Buenos Aires.
La audacia de estos desocupados nada tiene de excepcional en un país donde la tasa de desempleo alcanza el 20%, y el 45% (...)