No es para nada sorprendente: la recreación –es decir, a la vez el turismo, los viajes y el tiempo libre– es objeto de representaciones ampliamente positivas. Sin embargo, desde que comenzó a masificarse el ejercicio recreativo del tiempo libre, en la década de 1960, el sociólogo Joffre Dumazedier se preocupaba por el desvío de su potencial de emancipación; y lo veía transformarse en un “nuevo opio del pueblo”. Por su parte, el historiador Maurice Dommanget, al presentar en 1970 una reedición del libro El derecho a la pereza de Paul Lafargue, observaba que, poco a poco, los ciudadanos se desinteresaban de la vida social y política, para invertir su energía en “la obsesión del periodo anual de ocio”, aún corriendo el peligro de aceptar a cambio una mayor alienación en el trabajo…
Con el desarrollo de la industria turística, la dinámica emancipadora del “tiempo libre” que implicaban las vacaciones pagadas, instauradas (...)