El 14 de febrero, tras más de tres años de detención, el periodista francés Nadir Dendoune fue puesto en libertad bajo fianza por las autoridades de Bagdad. Dendoune pasaba una temporada en Irak con un visado de periodista y una acreditación de Le Monde diplomatique. Ya había viajado a este país en 2003 para servir de “escudo humano” frente a la amenaza de guerra. Se le acusaba de haber fotografiado, sin autorización, lugares “sensibles” (¿qué lugar en Irak no es “sensible”?). Una amplia movilización siguió a este arresto.
El Sindicato Nacional de Periodistas Iraquíes, en primer lugar, recordó que la suerte de Dendoune reflejaba las duras realidades locales: “Les decimos a las fuerzas de seguridad que dejen de impedir a nuestros periodistas realizar su trabajo, incluso cuando utilizan una cámara fotográfica, que sirve simplemente para mostrar la vida cotidiana de la gente, y que sirve igualmente para establecer las bases sólidas (...)