Tras espantosos actos de violencia, que destrozaron cientos de miles de vidas y casi no dejaron a nadie sin una historia trágica que contar, Irak se instala en una nueva normalidad, pero sin tomar una dirección clara, sin permitir que los iraquíes se proyecten. “¿Cómo contar lo que pasó en los últimos diez años? –se pregunta un novelista que, justamente, está intentando hacerlo–. El problema no es el punto de partida, sino el punto de llegada. Para escribir la historia de la guerra de Argelia, hubo que esperar a que terminara. Aquí, seguimos en una sucesión de acontecimientos cuyo final no podemos vislumbrar.” La propia estructura de su libro en construcción –donde cada capítulo sitúa el relato en relación con los acontecimientos de un año en particular– lo vuelve dependiente de un sistema político que no deja de mantener el suspense.
Una década después de la invasión estadounidense que acabó con (...)