A mis treinta años
he aquí que yo pienso también en la muerte
Y no en la muerte con mayúsculas sea de quien sea
sino simplemente en la mía
que puede sobrevenir un día u otro
y con la experiencia de la cual
S necesario que ajuste algunas cuentas
No son ideas negras
no, es de hecho realista
cuando se tienen años por delante para estar en prisión
y que tanto sea de día o de noche
se está a merced de sus torturadores
Muerte mía
te quiero dulce como estos sueños felices
en los que a pesar de todos los obstáculos
alcanzo el final del dédalo
para tomar y acariciar la mano de mi bien amada
para recomponer el color de sus ojos
para sentir el pétalo de una lágrima
formarse sobre la antorcha (...)