Cada vez que Nader Fahmi cruza la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, su ritmo cardíaco se acelera. No es la emoción ni la nostalgia de la revolución de 2011 y su fervor lo que provoca esta reacción, sino más bien el miedo. “Si la policía me identifica y me pide que desbloquee mi teléfono móvil, podría ser arrestado”, explica este activista pro derechos humanos. En 2011, con apenas veinte años, participó en las protestas populares que comenzaron el 25 de enero y que desembocaron en la dimisión del presidente Hosni Mubarak el 11 de febrero. Recuerda los grupos de manifestantes solidarios, los interminables cánticos de consignas como “El-cha’ab yourid isqat el-nizam” (“El pueblo quiere que caiga el régimen”) o “¡Irhal!” (“¡Lárgate!”), y los debates políticos improvisados que surgían bajo las tiendas de campaña que levantaron en la plaza. Actualmente, es consciente de que a la menor sospecha (...)
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Las ambiciones de El Cairo tras los años del “desorden”
La plaza Tahrir, un símbolo asediado
Epicentro de la revolución egipcia hace diez años, la plaza Tahrir de El Cairo fue el lugar donde se produjeron los enfrentamientos y las movilizaciones que provocaron la caída del presidente Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011. Desde el golpe militar del 3 de julio de 2013, el régimen ha retomado el control de este lugar, vaciándolo de todo rastro de la sublevación popular.
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