A escala mundial, Australia es el mayor emisor de gases de efecto invernadero por habitante –recuerda el profesor Mark Diesendorf, codirector del Instituto de Estudios del Medio Ambiente de la Universidad de New South Wales, en Sydney–. Si este país consigue reducirlos, todos los países desarrollados se verán obligados a hacer otro tanto; ya no tendrán excusas para no actuar. Australia dispone de todos los medios económicos y tecnológicos para hacer frente a estos desafíos. Es decir, es un Estado clave, que puede convertirse en ejemplo. Y estamos en un punto de inflexión”. Diesendorf añade que, lamentablemente, las esperanzas que había puesto en el nuevo Primer Ministro laborista Kevin Rudd han sido defraudadas.
Efectivamente, el año 2008 estuvo marcado por el cambio de rumbo de Rudd, olvidadizo de las promesas que lo llevaron al poder, en octubre de 2007, tras once años de mandato del liberal John Howard (1996-2007). El 15 (...)