“¿Cómo es posible? ¿Cómo Francia, considerada como la patria de los derechos humanos y de la democracia moderna, puede practicar semejante discriminación?”. Tal es, según el diario de Varsovia Gazeta Wyborcza, la reacción de los polacos ante la cuestión del velo. Ciertamente, se la podría descalificar invocando el peso de la iglesia católica en Polonia. Pero casi la totalidad de los vecinos europeos se sorprenden de la vivacidad del debate francés sobre esta cuestión. A muchos de ellos recurrir a la ley para prohibir el uso del pañuelo incluso les parece incongruente.
Pero, a decir verdad, no hay motivo para sorprenderse. Porque el “laicismo a la francesa” no tiene émulos. En Europa hay muchos Estados que no escapan enteramente a la influencia de la religión, para no hablar de la del monarca reinante. Además, la cuestión de la inmigración islámica no se plantea en los mismos términos, bien porque el peso (...)