Cuando los candidatos demócratas a la elección presidencial de noviembre de 2004 se enfrentaban en el Estado de Iowa, una publicidad televisiva atacaba al favorito en las encuestas, Howard Dean. Lo presentaba como el preferido de la "elite cultural", dado a "subir los impuestos y a aumentar el poder del Estado, al café a la italiana, a comer sushis, a los autos Volvo, a leer el New York Times, al body piercing y a Hollywood; un monstruo de feria del ala izquierda”, que no sabe tratar con el pueblo llano del Medio Oeste.
La publicidad es auspiciada por el Club para el Crecimiento, una organización con sede en Washington, cuya finalidad es reunir a los ricos que veneran el mundo de los negocios con los políticos que comparten la misma inclinación y que están en condiciones de transformarla en leyes contantes y sonantes. Los miembros del Club son economistas neoliberales, celebridades (...)