Mientras que las tensiones entre Japón y China, o entre China y los países vecinos, han hecho correr ríos de tinta, el conflicto que opone el archipiélago de Okinawa a Tokio y a Washington está mucho menos mediatizado. Desde hace dieciocho años, los habitantes de esta prefectura japonesa se rebelan contra el proyecto de construcción de una nueva base militar de marines estadounidenses en Henoko, en el Norte, decidido por ambos Gobiernos. El primer ministro Shinzo Abe, que inició su segundo mandato en diciembre de 2012, considera que ese proyecto es prioritario. No obstante, se enfrenta a unos adversarios más determinados que nunca.
En abril de 2015, ante un Congreso estadounidense rendido a sus pies, proclamó su adhesión a los “valores compartidos” de democracia y de respeto de la legalidad y de los derechos humanos, a la vez que afirmaba algunos objetivos particulares como la base militar de Henoko. Un mes (...)