¿Por qué perder el tiempo con un diputado cuando es posible dirigirse directamente a los que tienen el poder? En un restaurante chic de Bruselas, el “lobista” Erik Polnius no se anda con rodeos. “Para mí hay dos tipos de ‘lobistas’: primero, los que, cuando tienen una propuesta de texto, van a ver a un miembro del Parlamento…”. Una mueca burlona sugiere lo que le inspira esta manera de proceder y plantea la pregunta: pero ¿quiénes son esas personas tan poderosas a las que la segunda categoría de ’lobistas’ prefiere dirigirse? El gesto se convierte en una sonrisa de satisfacción: “Los burócratas de la Comisión, por supuesto”.
No se trata de una broma. Los Tratados constitutivos de la Unión Europea otorgan a los 21.000 funcionarios de la Comisión y, sobre todo, a sus 11.000 administradores (“AD” en jerga bruselense) un poder de impulso legislativo fundamental.
Polnius no es el único “lobista” que (...)