En abril de 2010, Vladímir Putin, entonces primer ministro de Rusia, se fotografió con un oso polar –una hembra anestesiada por científicos– en el archipiélago de Francisco José, situado en el extremo norte del país. El discurso ecologista que expresó entonces, a favor de la protección del animal y del Ártico, apenas disimulaba algunas ideas que tenía en mente.
En septiembre de 2012, la reducción de la superficie del hielo marino estival que cubre el océano Ártico alcanzó un nivel récord, hasta el punto de que este hielo podría llegar a desaparecer totalmente de aquí a 2050. También se alcanzó el mínimo de hielo invernal en marzo de 2015. Sin embargo, el oso polar –nanuk en lengua de los inuit, que lo veneran y lo cazan regularmente– no puede vivir sin esos bancos de hielo, donde encuentran a sus principales presas, las focas. Así pues, el oso blanco, actualmente en peligro, (...)