La imagen lo dice todo. Con ojos desorbitados, lágrimas de alegría y una sonrisa de estupor en su rostro, Ingrid Betancourt se percata de su regreso a la libertad. El calendario marcaba el 2 de julio de 2008. Sus declaraciones a favor del presidente Álvaro Uribe, felices y espontáneas –aunque influidas tras conversar con el comandante del Ejército y con el Ministro de Defensa, sin medir su efecto como ex candidata presidencial y posible protagonista en la próximas elecciones– permiten apreciar en un pantallazo la nueva situación en Colombia, tras ocho años de estancamiento político y militar (con incremento de operaciones y personal internacional). El giro es a favor del Gobierno, y la expectativa es por lo que vendrá.
Cuarenta y ocho horas antes, el mes de junio culminaba con nubarrones políticos y jurídicos para el presidente Uribe. Por una parte, a causa de la relación de varias docenas de congresistas (...)