Un vuelco. La nueva actitud de Estados Unidos respecto de Irán a propósito del contencioso nuclear constituye un vuelco espectacular. Es preciso recordar que, hace apenas dos meses, altos responsables estadounidenses consideraban todavía como “opción posible” el lanzamiento de ataques selectivos para obligar a Teherán –“uno de los motores del terrorismo mundial”, según el secretario de Defensa Donald Rumsfeld– a que abandonara su programa nuclear. Estos ataques implicaban el uso de bombas antibúnker de ojiva atómica, de B61-11, y amenazaban especialmente el complejo de Natanz, situado a 250 kilómetros de Teherán, donde se encuentra una central de enriquecimiento de uranio. De acuerdo con un alto responsable del Pentágono, la Casa Blanca estimaba que “el único modo de resolver el problema es cambiar la estructura del poder en Irán, y eso significa una guerra”.
En eso estaban cuando de pronto las cosas cambiaron radicalmente. Reunidos en Viena el 1 de junio, los (...)