Desde esta mañana soy, técnicamente, policía militar, después de siete meses de selección. El sudor me corre por el rostro, bajo mi camiseta blanca y recorre mis piernas debajo de los vaqueros. Hace 33º C, a las 10:45 hs., bajo el duro sol de Río. Al lado de otros muchachos, algunos de los cuales tienen casi 30 años y el cabello cortado al rape, estoy allí desde hace más de tres horas. Permanecer de pie y en formación militar, en posición “firme” o de “descanso”, constituye la primera prueba para los cuatrocientos cincuenta nuevos reclutas. Seguiremos así, en fila o corriendo, hasta las 14:30 hs. Siete horas bajo el sol, sin alimentarnos. Apenas unas breves pausas para tomar agua.
Ya a las 8:15 hs., con el rostro ceniciento, un candidato balbuceó que se sentía mal. Tambaleó. Al impedir la circulación de la sangre, la inmovilidad puede provocar mareos. “¡Sólo muévanse para (...)