Los derechos humanos no son más respetados en Arabia Saudí que en Irán. Entonces, ¿a qué debe la monarquía wahabita que la “comunidad internacional” la disculpe milagrosamente? ¿Acaso a su condición de principal país exportador de petróleo y de aliado de Estados Unidos? En cualquier caso, Arabia Saudí puede intervenir en Bahréin, reprimir allí una protesta democrática, ejecutar a setenta y seis personas en 2011 (entre ellas, a una mujer acusada de “brujería”), amenazar con el mismo castigo a un bloguero que difundió en su cuenta de Twitter un diálogo imaginario con el Profeta, condenar a los ladrones a la amputación, declarar pasibles de la pena de muerte a los culpables de violación, adulterio, sodomía, homosexualidad, tráfico de drogas o apostasía, sin que nadie o casi nadie –excepción hecha del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos– parezca alterarse. Nadie: ni el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, (...)
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Impunidad saudí
por Serge Halimi,
marzo de 2012
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