En una bella escultura quedó uno de los símbolos que durante años se identificó con el régimen franquista: el Azor, yate en el que Francisco Franco, el “Caudillo”, se dedicaba a la pesca, su afición favorita, sin desdeñar la pintura. En la década de 1940, cuando veraneaba en el pazo de Meirás y Max Borrell era gobernador civil de A Coruña, éste lo llevó en un bote. Le sorprendió el entusiasmo dictatorial. Al día siguiente Franco le llamó para salir otra vez: “Yo le diré a Carmen que nos prepare unas tortillas y unos filetes: así podremos estar más tiempo en la mar”.
También por aquella época, Franco oyó hablar de un capitán de fragata, Nieto Antúnez, quien le sugirió que el Estado –es decir, él– tuviese un yate de recreo. Por supuesto, los caprichos del Excelentísimo eran órdenes, y en 1949 salía el Azor de los astilleros Bazán de Ferrol. (...)