El aeropuerto internacional Toussaint Louverture recuperó la salud. Limpio y casi acogedor. Con escaleras mecánicas y free-shop. Túneles articulados que conducen directamente desde el avión al interior del aeropuerto, como nunca antes del seísmo los hubo. Esperanza: la reconstrucción comenzó, los miles de millones anunciados cumplieron finalmente los primeros objetivos. Uno imagina tractores oruga, excavadoras y camiones trabajando en las obras. Y se pone a pensar que explican el blokus, ese monstruoso embotellamiento que el taxista anuncia enseguida como perpetuo.
Pero no. La restauración del aeropuerto constituye, junto con la retirada de escombros de las arterias principales, el único proyecto que se concretó en doce meses: la reconstrucción no comenzó. A diferencia de los edificios más sólidos de una capital hoy devastada, el poder de la clase política y económica que amordazan este país desde hace dos siglos resistió al seísmo del 12 de enero de 2010. Cleptómanos hasta de las (...)