“Matan a los mareros. Por la noche salen a asesinarlos. Los arrojan en los cañaverales, a veces los cuelgan o los matan con armas de fuego. Tal vez me eliminen, como lo hacen con ellos”. En una de sus últimas cartas, escrita en 2003 antes de ser abatida por desconocidos, la joven agente de policía Ana Bessy Ramírez acusa a sus colegas policías: “asesinos” y “corruptos”, son ellos los que hacen la limpieza entre los jóvenes delincuentes de las pandillas locales.
Hace más de seis años fueron asesinados Oscar Medina, de 15 años, y José Hernández, de 14. Cuando estaban reparando una bicicleta en una plaza pública de El Progreso, cinco hombres armados los amenazaron y forzaron a introducirse en un coche azul. Al día siguiente se encontraron sus cuerpos mutilados. La investigación oficial no llegó a nada. Sin embargo, el testimonio de los vecinos no deja de ser interesante: esa (...)