Poco después de la desaparición del cardenal Tarancón de la escena eclesiástica tuvo lugar un cambio de rumbo en la cúpula de la Iglesia católica española que bien puede calificarse de involución. Fueron marginados algunos de los obispos abiertamente conciliares y comprometidos en la defensa de la democracia, y asumieron el protagonismo otros eclesiásticos más en sintonía con la restauración promovida por el papa Juan Pablo y recelosos de la democracia. Desde entonces, ha ido ganando terreno el neoconservadurismo en el terreno religioso y el neoconfesionalismo en el político, los dos bien armonizados.
Hoy el episcopado español, sin apenas excepciones relevantes, mira al pasado preconciliar más que al futuro posconciliar. A su vez, los sucesivos gobiernos del Partido Popular, durante sus ocho años de mandato, dieron muestras de seguir una política más acorde con un Estado de confesión religiosa preferente –por no decir única –, la católica, que con un Estado (...)