“Se hará todo lo necesario para defender la seguridad nacional y seguiremos contando con el ejército más poderoso del mundo”, declaró el 2 de septiembre de 2003 el candidato demócrata estadounidense, John Kerry. Y añadió que si fuera necesario utilizar la fuerza contra los terroristas “no dudaré en hacerlo”. Fue en un marco poco habitual y marcial en el que el senador de Massachusetts lanzó su campaña, junto a la imponente silueta del portaaviones USS Yorktown, amarrado en el muelle.
Desde entonces, Kerry no ha dejado de adoptar la pose del jefe de guerra, llegando incluso a acusar al actual presidente de falta de determinación en cuestiones de defensa, algo (casi) nunca visto en un candidato demócrata: “George Bush heredó el ejército más poderoso del mundo y lo debilitó. Muchas veces nuestras tropas afrontan el fuego sin disponer de las armas y del material que les permitirían protegerse correctamente del peligro”, (...)